jueves, 15 de octubre de 2009

Cuando era puertorriqueña

Cuando era puertorriqueña es una novela autobiográfica escrita por Esmeralda Santiago. Nos narra con detalle los eventos que marcaron su vida durante su niñez y adolescencia y que a la misma vez son parte del desarrollo de la personalidad puertorriqueña. De primera instancia el título de la novela me causó confusión porque me cuestioné cómo yo puedo ser puertorriqueña y más adelante dejar de serlo. Luego de leer la novela, descubrí que ese título no es literal porque la autora no dejó de ser puertorriqueña, simplemente al mudarse a los Estados Unidos, tuvo que introducir la cultura norteamericana a su vida, la cual influyó en su desarrollo.

Uno de los aspectos importantes de esta novela fue que Esmeralda se crió en tiempo en que la sociedad aceptaba el machismo y establecía que la mujer debía estar sometida a su esposo. Su madre sufrió las infidelidades de su esposo, pero siempre lo perdonaba; asumo que eso Esmeralda no lo entendía, porque aunque amaba a su padre, no aplaudía lo que hacía y mucho menos entendía por qué su madre no le ponía un alto. Más adelante, su madre se independizó, no aguantó más el abuso y sufrimiento y se ve en la obligación de trabajar como costurera. Para mí fue la mejor decisión que tomó, e incluso yo hubiera hecho lo mismo desde un principio, pero a raíz de esto, tuvo que soportar las críticas de sus vecinos por cambiar una regla social al ser una mujer sola y trabajadora. No hubo ningún pecado en eso, al contrario, fue una manera de probar que la mujer puertorriqueña es autosuficiente.

Otro aspecto importante, es el proceso de americanización por el que pasó Esmeralda junto con otros puertorriqueños. Ese proceso comenzó en la Isla cuando los norteamericanos fueron implantando su cultura en la Isla, lo cual fue de asombro para ella porque tuvo que acostumbrarse a vivir con una mezcla de culturas. Este proceso de acoplamiento fue difícil, sobre todo cuando se mudó con su familia a Nueva York, viéndose en la obligación de dejar atrás su tierra. Tuvo que adaptarse a un nuevo estilo de vida, a un nuevo lenguaje y a unas costumbres nuevas. A pesar de este cambio, las reglas de su hogar permanecían igual, lo que refleja que en ningún momento dejó de ser puertorriqueña. Al contrario, tenía admiración y respeto por su cultura, tanto así que en ocasiones se sentía como una traidora al querer hablar inglés y estar a gusto con la cultura norteamericana. Prácticamente, terminó convirtiéndose en una híbrida, al tener que utilizar la fusión de las dos culturas para que contribuyeran en su desarrollo sin olvidar de dónde había salido.

Este proceso de mezclar la cultura norteamericana y la cultura puertorriqueña, lo hemos vivido todos los puertorriqueños. Somos considerados parte de los estados Unidos y eso conlleva adoptar cambios en nuestra cultura tales como, aprender un nuevo idioma y aplicar nuevas costumbres como la forma en que vestimos y la comida que ingerimos. El saber cómo implantar una nueva cultura y mezclarla con la nuestra sin perder la esencia de quiénes somos, nos ha caracterizado como pueblo. No creo que haya sido fácil introducir a nuestro estilo de vida una nueva cultura sin dejar que ésta opaque nuestro verdadero ser y creo que como puertorriqueños lo hemos logrado.

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